sábado, 25 de abril de 2015

¡VIAJE SOLIDARIO AL DESIERTO DE MARRUECOS!

Querido diario, hace tiempo quería hacer un cambio en mis viajes. Suelo viajar por turismo y sobre todo por estudios, pero últimamente mis viajes carecen de sentido. Por ello decidí cambiar y por primera vez salí de Europa. Escuché los consejos de un buen amigo y no lo dudé, enseguida me puse en contacto con la Asociación “Viento Norte Sur”.

La Asociación “Viento Norte Sur”, reconocida por la Agencia Tributaria como asociación sin ánimo de lucro, actúa con comunidades marroquíes y senegalesas para promover un cambio social sostenible, a través de la mejora de las condiciones de vida de estas poblaciones vulnerables, especialmente de la infancia e incidiendo en las causas de la pobreza y las desigualdades.

Esta asociación nos proponía una semana al Desierto de Marruecos. En este viaje podríamos aportar nuestras donaciones, entregarlas nosotros mismos, conocer su proyecto y sobretodo la cultura y educación bereber.

Como ya sabes, soy una chica muy independiente. La mayoría de mis viajes los he realizado sola, pero  sabía que este viaje iba a ser muy importante para mí, por ello quería hacerlo acompañada. Sabía que el viaje iba a ser con un grupo de entre 40 o 50 personas y que haría nuevas amistades como siempre hago en todos mis viajes, esas personas que luego permanecen en tu vida durante años e incluso para siempre. Debo reconocer que este viaje me daba un poco de miedo, miedo a lo desconocido, a una cultura que consideraba muy diferente a la mía, a lo que podía ver. Así que hablé con algunas amigas para que se animaran a compartir este viaje conmigo (no me costó mucho convencerlas).

Emprendimos este viaje con mucha ilusión. El viaje de ida se nos hizo larguísimo por no decir eterno. 4 horas desde El Vergel hasta Almería + 8 horas de ferri + 11 horas de autobús, sin contar algunas horas muertas. Nuestra impaciencia por llegar  tampoco nos ayudaba mucho. Al anochecer, llegamos muy agotadas al albergue y nos fuimos a las habitaciones para descansar. No fui consciente de la belleza de aquel lugar hasta que desperté a la mañana siguiente. Marruecos me brindaba una preciosa mañana, me sorprendió que a tan solo unos pocos metros de mi habitación hubiera un gigantesco desierto que fui incapaz de adivinar la noche anterior. Siempre recordaré aquel mágico momento donde el sol asomaba en el horizonte reflejando sus rayos en una arena que formaba dunas maravillosas.

En este viaje, corto, pero intenso, conocimos de cerca una nueva cultura para nosotras, los bereberes. Me sorprendieron tantas cosas de ellos que no sabría cómo definirlos. Realmente es necesario conocerlos para saber cómo son. Lo que más me asombró de ellos fueron sus ganas de vivir. Exprimen el día entero como si no hubiera un mañana.

 “IMIK SI MIK”, que traducido al español significa “la prisa mata”, era la frase más utilizada por Moha, nuestro guía nativo, cuando nos veía angustiadas por ser puntuales a las citas programadas.

Querido diario, te escribo esto porque esta frase ha cambiado mi forma de entender la vida. Allí los días son largos e intensos ya que los aprovechamos al máximo. Los bereberes dicen que disfrutan de hoy porque puede que mañana ya no estén. Me sorprendió también, que ellos no envidian nuestra forma de vida, al contrario, dicen que vivimos corriendo y planificando, que no disfrutamos del momento, que siempre estamos esperando el momento adecuado para ser felices sin darnos cuenta de que con ese pensamiento nunca alcanzaremos el momento adecuado para serlo.

“Cuando tenga dinero me compraré un coche”
“Cuando encuentre trabajo iré a vivir con mi pareja”,
“Cuando tenga 30 años tendré mi primer hijo”

Cuánta razón tienen. Muchas veces pensamos tanto en nuestro futuro que nos olvidamos de vivir nuestro presente. Necesitamos regalarle alegrías a nuestros días, porque las tristezas ya vendrán. 

A diferencia nuestra, ellos tienen un amor increíble por la madre naturaleza. Saben tantas cosas de ella... por ejemplo, no necesitan reloj, se guían por el sol, la luna y las estrellas. Recuerdo la noche en que cruzamos el desierto montados a camello para dormir en las haimas. No podía creer que se orientasen y reconociesen el camino. Me pasé un buen rato mirando hacia los lados intentando, en vano, ver alguna diferencia entre unas dunas y otras, pero nada, eran todas iguales. Aunque parezca imposible, conocen cada una de esas estrellas que hay ahí arriba. Esa noche fue la mejor. Querido diario no había visto antes un cielo tan despejado y mucho menos unas estrellas tan deslumbrantes. 

Creía que iba a ayudarles,  pero ahora, recopilando todo mi viaje, me doy cuenta de que ellos me han ayudado a mí.

Llegó el día más importante del viaje (al menos para mí), el día de las donaciones. La noche anterior estuvimos organizándolas y clasificándolas según ropa, material escolar, alimentos para bebés, medicamentos, etc. Increíble las aportaciones y el trabajo en equipo que hicimos todos juntos. A la mañana siguiente solo nos quedaba cargarlas en los 4x4 con nuestras magníficas cadenas humanas. Fuimos a diferentes zonas a repartirlas. Las caras de alegría e ilusión eran increíbles. Hubo un momento en el que los nervios y la emoción pudieron conmigo. El momento en el que pisamos esa escuela fundada y creada por la Asociación y con la ayuda de la población. 

Muchísimos niños no asisten al colegio porque algunos padres creen que no es necesario. Creen que son más útiles en casa, sobre todo las niñas. Es difícil cambiar su forma de pensar, pero no imposible. Por otra parte, existe un grave problema de desplazamiento, ya que los asentamientos nómadas son poblaciones reducidas que se encuentran a una larga distancia del colegio y la preocupación por parte del estado de solucionar dicho problema brilla por su ausencia. La mayoría de niños tienen que andar kilómetros y kilómetros para poder asistir al colegio. Por lo tanto, algo tan necesario como la educación, es casi imposible para ellos. Por suerte hay ONGS que tienen proyectos en diferentes poblados e intentan proporcionar a esos pequeños una educación de calidad. Las miradas de esos niños no se me olvidaran en mi vida, sobre todo la de una pequeña que permanecía tímida y muy concentrada a las explicaciones de su seño. Nos costó un poco sacarle una sonrisa, pero lo logramos.

Querido diario, siento si me he extendido mucho, créeme que me quedan tantas cosas por contarte (ya sabes que hablo demasiado). Te dejo algunas imágenes del mejor viaje de mi vida para que puedas imaginarte como ha sido, me despido ya de ti y recuerda:

IMIK SI MIK (la prisa mata)



















Hasta pronto,  Laura Pons.


PD: Gracias a la Asociación Viento Norte Sur por hacer posible este viaje. Gracias por vuestra labor diaria. No desistáis NUNCA. ¡SOIS INCREÍBLES! 

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