domingo, 28 de julio de 2013

Lucha de enfermeras salva a bebé que nació a los 5 meses


Daniela Jiménez nació con un peso de 675 gramos y bajó a 434. Es la bebé prematura de más bajo peso que ha sido atendida en el Hospital México
“No viable”. Eso indicaba el letrero colocado sobre una incubadora de la unidad de neonatología del Hospital México.
                    



En el interior de aquel aparato estaba Daniela Jiménez Moreira, con apenas unas horas de nacida. Pesó 675 gramos y midió 32 cm.
Era el viernes 12 de abril del 2013. La niña solo tenía 25 semanas de gestación cuando el útero de su mamá la expulsó. Faltaba mucho, casi cuatro meses, para la fecha prevista para su nacimiento: 25 de julio.
“No viable”. Era casi una orden al personal para que no realizara maniobras de rescate porque una bebé tan prematura tenía pocas posibilidades de sobrevivir.
El rótulo no dejaba de tener cierta razón. Lo normal es que un bebé nazca entre la semana 38 y la 42 de gestación. Antes de ese término es prematuro y, en casos como el de Daniela, se les considera prematuro extremo.
En los últimos 12 años, nacieron 623 bebés menores de 5 meses. De ellos, sobrevivió el 62% (389). Los bebés con peso inferior a 700 gramos tienen escasas esperanzas porque están inmaduros.
A las 25 semanas apenas se están desarrollando los órganos de los sentidos (sobre todo ojos y oídos), los vasos sanguíneos que alimentarán los pulmones y la piel. Nacer así es una odisea.
Los registros de neonatología del Hospital México no tienen un caso similar al de Daniela. Ella es la bebé con más bajo peso que ha sido atendida en ese servicio.
¿Por qué no? Todo parecía indicar que la pequeña estaba condenada a morir. Mas el destino le cambió cuando apareció Kattia Ramos, la jefa del servicio de enfermeras de neonatología.
Ese viernes 12 de abril, la enfermera llegó a cumplir su rol del día, como es su rutina desde hace 11 años y se encontró con Daniela.
“Vi que estaba sin nada y me dije: ¿Cómo puede ser posible que no tenga ni suero, que no tenga nada? Por ser tan prematura y diminuta, nadie le quería hacer nada. Me acerqué a una doctora y le dije que me indicara suero o una 911, que es una alimentación por medio de la vena. Vine y pude tomarle la primera vía (vena)”, recuerda.
La piel fina de Daniela dejaba ver sus vasos sanguíneos; por eso, la vía que le colocó Ramos no duró tres días. Las agujas –de 5 y 3 centímetros–, terminaron por romperle piel y venas. Eso y la infección con la que nació le desordenaron el metabolismo y causaron que el potasio en su sangre alcanzara niveles incompatibles con la vida.
Al tercer día de nacida, la hija de Viviana Moreira y Evelio Jiménez cayó por segunda ocasión en una gravedad extrema. Ambos jóvenes de Tibás se despidieron de su hija.
“Le dije que se fuera tranquila, que la amaba y que me había enseñado mucho por ser muy fuerte; que no se preocupara por nosotros y se la entregamos a Dios”, recuerda Viviana, para quien este era el tercer intento de tener un hijo.
Llegó otro ángel. A las 10 de la noche de ese domingo, la enfermera Guiselle Hernández vería por primera vez a Daniela.
Hernández desconocía la gravedad de la bebé e ignoraba que ya no soportaba más agujas. Los brazos estaban morados y la piel dañada por intentos de ponerle una vía.
“A las dos de la mañana, una compañera me dijo: ‘¡Ay, qué pecado esa bebé! Desde las 2 de la tarde no come nada. ¡Cómo tendrá la pancita!’ Allí pensé: Se va a morir cuando Dios quiera, pero de hambre no.
”Agarré el carrito de tomar las vías y en el primer intento, lo logré. Siempre he pensado que Dios nos utiliza como instrumento”, dice esta enfermera que tiene 22 años allí.
No resultó fácil alimentarla. A los siete días de nacida, aparecieron más complicaciones. El neonatólogo Jorge Acuña tomó el caso cuando la bebé enfrentaba la etapa más crítica: la pérdida de peso.
“Empezamos a tratarla y no fue fácil. Es normal que en las dos primeras semanas bajen de peso, pero ella tuvo una caída anormal. Se estima que los prematuros pierden el 15% de su peso, pero ella perdió el 30% y llegó a los 434 gramos”.
Daniela perdía entre 30 y 40 gramos por día. Tras una semana, su cuerpo era pálido y demacrado.
Tras ese periodo crítico y la colocación de una vía central cerca de su ombligo, Daniela empezó a recibir antibióticos, sueros y fórmulas especiales para alimentarla.
Fue así como la pequeña enfrentó un proceso de más de 80 días en incubadora. Y empezó a engordar.
Hoy pesa más de dos kilos y cumple 107 días internada en neonatología. Es inquieta; con frecuencia se quita los aparatos que tiene pegados a su cuerpo, come mucho y duerme en brazos de sus padres.
Algún día a Daniela le contarán la historia de cómo su mamá, de 29 años, decidió pasar cinco semanas en absoluto reposo cuando supo que estaba embarazada y que era una situación de alto riesgo. Por eso, no se paraba ni a orinar, comía en la cama y su esposo le ayudaba a hacer sus necesidades.
Algún día, le dirán también que uno de los momentos más difíciles para su papá fue cuando ella nació: “era tan frágil, pequeñita y no se movía. ”Cuando la doctora la sacó no lloraba y pensé que en el momento en que le iban a cortar el cordón umbilical iba a morir por la falta de oxígeno. La agarraron, la envolvieron y se la llevaron. Pensé que estaba muriendo”, así lo recuerda Evelio.En Costa Rica, en los últimos 12 años, se registran solo 623 casos similares al de esta pequeña. De ellos, sobrevivió el 62%, es decir, 389 niños.Por año, aquí nacen, en promedio, entre 4.000 y 5.000 bebés prematuros; es decir, un 7 por ciento de los nacimientos totales y la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) invierte cifras millonarias en esa atención. (Ver nota aparte). Por ahora sigue en el hospital y no se sabe por cuánto tiempo más permanecerá allí. Una leve dependencia al oxígeno hace que siga bajo un estricto control médico.
Mientras tanto, mamá la amamanta y papá la chinea todas las noches, después de salir del trabajo. La bebé se toma cuatro onzas de leche y pesa 2.400 gramos.
"Pasaríamos por esto mil veces más porque ella me ha demostrado lo que es tener fuerza y ser valiente. Ella es una luchadora, una campeona”, sostiene Viviana.
Evelio, de 31 años, no esconde su orgullo: “Yo me di por vencido. Bajé los brazos, pero ella nunca. Jamás la cambiaría por una bebé de término. Ese es su carácter, el de una luchadora y estoy seguro de que el día que más voy a llorar es cuando salgamos los tres del hospital”.
Contra todos los pronósticos, la menor no sufre las complicaciones típicas de los prematuros. No hay lesiones en su cerebro y tampoco en su vista. El neonatólogo Acuña confía en que Daniela tendrá un desarrollo normal y solo deberá cuidarse de los resfríos.
Aquel rótulo de “no viable” pasará a la historia como una medalla de triunfo sobre la muerte.
La Nación Nacional.
Al leer esto entiendo el porque del famoso dicho: "Querer es poder". Vaya que se puede, mirad esa pequeñita cómo a salido adelante, si hubiera sido por el primer doctor nunca esto sería posible. Gracias a todas esas enfermeras, doctoras y doctores que hacen posible esto, que confían en la ciencia y sobre todo en la VIDA.
Atentamente Laura Pons.

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